La vida de Juan Carlos Ramírez Abadía es una de las más extravagantes del mundo de la mafia en los últimos años. El temido jefe del Cartel del Norte del Valle, conocido como el “hombre de las mil caras” despistó por años a las autoridades con cirugías estéticas que cambiaron abruptamente su rostro, fue quizás uno de los testimonios más definitivos contra el poderoso Chapo Guzmán y su leyenda mantuvo por años el mito de que había enterrado 80 millones de dólares en casas de Cali. El país le había perdido la pista desde que en el año 2007 fue capturado en una operación de inteligencia en Brasil y luego extraditado a los Estados Unidos. Y supo de él de nuevo esta semana cuando se confirmó que, gracias a su colaboración con la justicia, había quedado libre.
Por semana.com
La historia de cómo las autoridades habían logrado atraparlo es digna de una novela de mafiosos. De hecho, Chupeta fue uno de los personajes más insignes de la muy vista El Cartel de Los Sapos, en donde lo representaron como “Pirulin”. SEMANA contó en una investigación el 28 de septiembre de 2007, cómo el cruel narcotraficante cayó por cuenta de un computador que guardaba la estela de sus crímenes y que permitió seguirlo hasta su excéntrica vida en el vecino país. Esta es la narración de esa historia.
“Si en el mundo de la inteligencia siempre se ha dicho que para capturar grandes criminales hay que seguirles los pasos a sus mujeres o sus cuentas, ahora hay que buscar el computador. Y por esta razón cayó el esquivo y poderoso narcotraficante Juan Carlos Ramírez Abadía, alias ‘Chupeta’.
Su captura en Brasil (en el año 2007), donde se había mimetizado como un simple comerciante, pero cuyas excentricidades y lujos no pasaban inadvertidos, tuvo su origen en la minuciosa información que habían recopilado durante años sus contadores en un computador portátil. Los datos recogidos en más de 200 carpetas hacer ver el guión de la película El Padrino como un juego de niños. El excesivo rigor con que ‘Chupeta’ llevaba todos los detalles de su imperio económico y su maquinaria criminal fue, irónicamente, su talón de Aquiles. Desde un envío de 12 toneladas en una lancha tipo go fast por la ruta de Baja California, hasta el cambio del aceite del carro de su esposa son registrados en su contabilidad con la exactitud de un relojero.
SEMANA tuvo acceso, en el año 2007, al computador del capo por quien el gobierno de Estados Unidos ofrecía una recompensa de cinco millones de dólares. Los datos consignados allí son sencillamente impresionantes y contienen todo tipo de información de la organización del narcotraficante durante la última década hasta comienzos de este año. Un verdadero ‘padrino’ del siglo XXI: más rico, más global, más sangriento y más extravagante. Y una verdadera multinacional de la ilegalidad y el crimen con todos tipo de ramificaciones que eran milimétricamente custodiadas por él desde la clandestinidad: rutas marítimas y fluviales, corredores terrestres, embarques, caletas, sobornos, carruseles, inversiones, sobornos, pagos a sicarios, gastos familiares y personales, etcétera.
Como si se tratara de información contable de cualquier empresa legal, ‘Chupeta’ recibía informes enviados por los miembros de su organización. La mayor parte de los datos están consignados en tablas de Excel, pero hay también decenas de memorandos y cartas en las que el capo ordena y recibe reportes diarios sobre movimientos de drogas. Algunas de las decenas de carpetas están marcadas con nombres que no despertarían mayores sospechas, como ‘ingresos 2002?, ‘estados financieros 2005?, ‘flujo de compañía II semestre 2006?, ‘proyecciones I semestre 2008?. Otras tienen nombres un poco menos comunes, como ‘trigonometría’, ‘matemáticas’, ‘gastos viejita’, ‘matrix’ o ‘ejercicios en clase’. En la mayoría de los casos los formatos de las hojas de Excel son los mismos. En la primera columna están las fechas, la segunda va titulada como ‘detalles’ y las siguientes son ‘entradas’, salidas’ y ‘saldos’.
Aunque la organización de ‘Chupeta’ estaba compuesta para la fecha por más de 400 miembros, todos tenían una serie de alias internos y manejaban una serie de códigos comunes basados en palabras clave. ‘Chupeta’ era llamado ‘Yamileth’, ‘Olmedo’ o ‘Duarte’. Laureano Rentería, segundo de la organización y quien fue envenenado en febrero de este año en la cárcel La Picota, era llamado ‘Laura’, ‘la mami’, ‘Gonzalo’ o ‘Gerardo’. ‘Medio tiempo’ o ‘Don R’ era la forma de referirse al paramilitar Ramón Isaza. Más de medio centenar de personas hacían parte del grupo del capo. Todos ellos tenían alias internos otorgados por la organización.
Pero no sólo los integrantes tenían claves. ‘Juanita’ y ‘Cometas’ eran las palabras usadas para referirse a caletas y embarques de droga, respectivamente. ‘Unidades’ eran kilos de coca. ‘Reporteros’ son miembros de las AUC encargados de custodiar los embarques. ‘Juguetería’, para hacer referencia a armas. ‘Bulgary’ son gastos personales de ‘Chupeta’. ‘Bus’ es un avión. ‘Letra’ lo usan para referirse a la DEA. ‘Doris’, a los dólares, y ‘Eulalias’, a euros. Con estas y medio centenar más de claves, consignadas en los informes del computador, ‘Chupeta’ manejó su imperio. Semanalmente todos los integrantes de la organización del capo debían enviarle tablas de Excel en las que quedaban consignadas todas las novedades y las transacciones.
Negocios y ‘vendetta’
Dentro de los centenares de reportes que existen en el computador de ‘Chupeta’ hay algunos que resultan macabros. En los ítem denominados ‘detalles’ los hombres del capo le hacen una relación de pagos en pesos y dólares por concepto de ‘pago charlada’. A simple vista esto puede parecer incomprensible e inofensivo, de no ser porque dentro de los códigos establecidos por la organización, ‘charlada’ es la palabra usada para los asesinatos.
Entre enero de 2004 y marzo de 2005 el capo recibió varios informes de ingresos y egresos enviados por sus contadores y, tan sólo en ese período, hay una completa relación de 150 ‘charladas’ (muertes). “Pago 338.778 dólares por charlada con Tatiana”, dice uno de los reportes enviados al capo el 17 de febrero de 2004. ‘Tatiana’ era el nombre que la organización le había dado a Luis Ocampo Fómeque, medio hermano del narcotraficante Víctor Patiño Fómeque, archienemigo de ‘Chupeta’.
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