Atrapada en matrimonio islámico celebrado en el Reino Unido, corroído por el abuso psicológico, Aisha tomó una decisión que creía liberadora: pedir el divorcio. Sin embargo, la esperanza de escapar de su marido abusador se transformó en una nueva forma de cautiverio. Su esposo le impuso una condición imposible: debía pagarle una suma de cinco cifras que, según él, cubría todo lo que había gastado en ella durante el matrimonio. En su desesperación, Aisha ofreció devolver sus anillos, pero la respuesta fue un reclamo por su valor original, miles de libras que ella no podía reunir.
Por Infobae
“Siento que tengo que pagar un rescate para salir de mi matrimonio”, dijo a The Times, encapsulando su tragedia en una frase desgarradora. Pero lo más crudo aún estaba por llegar. Cuando acudió al Consejo de Sharia en Dewsbury, el órgano religioso que regula los matrimonios islámicos en el Reino Unido, su caso no encontró compasión. Lejos de protegerla, el Consejo avaló las exigencias económicas de su esposo, incluso sugiriendo que podría pagar la cantidad en cuotas.
Aisha quedó atrapada en una paradoja: mientras su vínculo matrimonial no tiene validez ante la ley inglesa —debido a que no fue registrado civilmente—, el peso de las normas religiosas la condena a una unión de la que no puede escapar. Para su comunidad y su fe, sigue siendo la esposa de un hombre que ahora tiene el poder de negarle la libertad.
Su historia no solo es la de una mujer, sino la de miles que descubren que su libertad tiene un precio que no pueden pagar. Se cree que unos 100.000 matrimonios en el Reino Unido están bajo la autoridad de los Consejos de la Sharia. Las mujeres contaron a The Times sus dificultades para conseguir el divorcio.
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