Cualquiera que haya tenido que lidiar con hormigas en la cocina, sabe que las hormigas son criaturas muy sociales; es raro ver una sola. Los humanos también somos criaturas sociales, aunque algunos de nosotros disfrutamos de la soledad. Las hormigas y los humanos también somos las únicas criaturas en la naturaleza que cooperan constantemente mientras transportan grandes cargas que exceden ampliamente sus propias dimensiones. El profesor Ofer Feinerman y su equipo en el Instituto de Ciencias Weizmann utilizaron este rasgo compartido para llevar a cabo una fascinante competencia evolutiva que plantea la pregunta: ¿quién será mejor para maniobrar una gran carga a través de un laberinto?
Por Infobae
Los sorprendentes resultados, que se publicaron en las Actas de la Academia Nacional de Ciencias (PNAS), arrojan nueva luz sobre la toma de decisiones en grupo, así como sobre los pros y los contras de la cooperación frente a la soledad.
Hormigas contra humanos: poniendo a prueba la inteligencia grupal (Instituto Weizmann). Video: X /
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Para poder comparar dos especies tan dispares, el equipo de investigación dirigido por Tabea Dreyer creó una versión real del “rompecabezas de los que mueven el piano”, un problema computacional clásico de los campos de la planificación del movimiento y la robótica que trata de las posibles formas de mover un objeto de forma inusual (por ejemplo, un piano) del punto A al punto B en un entorno complejo. En lugar de un piano, a los participantes se les dio un objeto grande en forma de T que tuvieron que maniobrar a lo largo de un espacio rectangular dividido en tres cámaras conectadas por dos ranuras estrechas.
Los investigadores crearon dos conjuntos de laberintos que diferían únicamente en tamaño, para que coincidieran con las dimensiones de las hormigas y los humanos, así como grupos de diferentes tamaños. Reclutar participantes para el estudio fue más fácil en el caso de los humanos, que se ofrecieron voluntarios simplemente porque se les pidió que participaran, y probablemente porque les gustó la idea de una competencia. Las hormigas, por otro lado, están lejos de ser competitivas. Se unieron porque se les hizo creer erróneamente que la carga pesada era un bocado comestible jugoso que estaban transportando a su nido.
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