Las guerras de la Independencia en la parte americana del imperio español, a pesar de la sangre derramada, nunca se clasificaron como “revoluciones”… quizás debido a la cercanía en el tiempo de dos hechos que si lo habían sido: la revolución de las colonias inglesas y la francesa.
No obstante prácticamente todos los cambios de gobierno acaecidos en Venezuela… luego de la Independencia… se autodenominaron revoluciones.
Y hubo tantas en el siglo XIX, la mayoría de las cuales fueron fracasos y no pasaban de revueltas sin otro plan que tomar el poder a la fuerza… al punto que los historiadores tuvieron que hurgar en viejos periódicos de provincia y entrevistar peones ancianos a quienes los habían reclutado sin pedir permiso… para conocer la existencia de las mismas.
El común denominador de aquellas revueltas… muchas desconocidas más allá de la finca del coronel alzado… fue que una vez triunfantes –las que no terminaron con los jefes exiliados y los peones sin trabajo-… los ganadores reprodujeron el modus operandi de quienes los antecedieron.
Así se puede decir que ni el general Páez era liberal… ni los Monagas tenían claro un plan de gobierno y el federalismo de Guzmán no pasaba de usar unos caudillos contra otros para mantenerse en el poder y entre pleitos con la Iglesia y pequeñas acciones para embellecer Caracas… terminó sus años de revolucionario huyendo a Paris.
No me pienso meter al análisis de la llamada “Revolución de Octubre” de los adecos cuando se jactaban de ser antiimperialistas y se pensaba entonces que el mundo marchaba hacia el comunismo.
Tampoco voy a comentar la “revolución nacionalista” que Marcos Pérez Jiménez inventó cuando vivía en el exilio de Madrid.
Y sobre la actual revolución que ha parido boliburgueses, bolichicos y enchufados… paso porque hay asuntos más importantes.
Tanto que para resolverlos merecen una “revolución”.
Una revolución que acabe con hechos vergonzosos como el estado en que las escuelas terminan… año tras año… para solaz de los contratistas del Ministerio de Educación.
Que termine con el chantaje que ejercen los profesores cuando obligan a padres y madres empobrecidos… a comprar determinado “libro”.
No soy pitiyanqui pero los estadounidenses han inventado soluciones brillantes a sus problemas: una es la biblioteca que tienen todas las instituciones educativas de ese país.
Bibliotecas donde hay libros suficientes para que el alumnado estudie con cualquiera de ellos… sea en el tiempo apartado para el estudio en el aula o en la casa… si refiere llevarse el libro de la escuela.
Habrá quien socarronamente diga “¿y no se roban los libros esos chamos?”
Obvio que pueden hacerlo e incluso mutilar páginas de determinado libro… pero en ese caso tienen que pagar el importe de un libro nuevo… so pena de tener que repetir el año o ser expulsados de la institución.
¡Esa si sería una revolución educativa aquí en Venezuela!
Revolución que nunca la emprenderán los actuales jefazos y sindicaleros de la educación en mí país.