Ahora ha encontrado un método empírico de detectar nuestros estados de ánimo: la manera en que movemos –o maltratamos– el ratón de nuestro ordenador. Los expertos norteamericanos han comprobado que los patrones de desplazamiento del cursor por la pantalla son un fiel reflejo de nuestro estado de ánimo; sobre todo, cuando experimentados emociones negativas como el enfado, la frustración, la confusión o la tristeza.
En ese caso, aseguran los investigadores, no describimos con el ratón rectas o curvas tranquilas, sino movimientos bruscos y caóticos, como si tuviéramos un tembleque. Y contra lo que pudiéramos pensar, los desplazamientos virtuales son más lentos. Jenkins ha patentado ya su software de detección, y ahora está perfeccionándolo para darle usos concretos.