Venezuela va a iniciar un año terrible en términos de la situación de vida de su gente y de su integridad y permanencia como nación.
La conducción irracional de Maduro y sus aliados incrementa los riesgos de pérdida del manejo soberano de importantes recursos, cesión de territorio, aliento de operaciones separacionistas e incluso formas de desaparición parcial del Estado y de la nación.
2019 comenzará con casi 4 millones de venezolanos regados por el mundo y varios más con planes de huir de la tragedia que nos impone el fracaso de un sistema que se debate entre acentuar su vocación totalitaria o aceptar una transición hacia la democracia.
Por el lado del territorio, observamos estupefactos como los grupos irregulares, el hampa común, y la guerrilla, se han convertido en los depositarios de la soberanía, en muchos casos con la complicada de autoridades militares y civiles, y en la gran mayoría debido al abandono institucional. Esta Venezuela que tanto amamos, nunca estuvo en mayor riesgo. Debemos alzar la voz y dar un paso firme en defensa del país que construyeron nuestros libertadores.
En el ámbito económico no puede haber peor desempeño. Cerraremos el sexenio de Maduro con una desaparición de más del 50% del PIB, niveles de inflación inimaginables, más del millón por ciento, escasez de medicinas superior al 90% y distorsiones cambiarías terribles. El nuevo cono monetario habrá perdido más del 70% de su valor antes de finalizar el año. Lo dijimos, el bolívar soberano nació muerto. Y lo más grave, el régimen sigue atrapado en su dilema autoritario y anacrónico, lo cual imposibilita ejecutar ninguna política económica medianamente eficaz para detener el deterioro de nuestra calidad de vida.
Este conjunto de situaciones adversas se suman al dramático escenario de crisis con el que iniciaremos el 2019. A partir del 10 de enero comenzará una etapa de abierta usurpación del poder por parte de Maduro y quienes lo han sostenido. Es una fecha que debe marcar un cambio cualitativo en la reformulación y ejecución de una estrategia democrática centrada en recuperar el Estado de derecho y todas las libertades confiscadas.
La gran pregunta es: ¿Cómo responder al reto que implica el 10 de enero? Por ahora es importante partir de que no existen ni respuestas lineales, ni fechas fijas ni salidas ficticias para promover el cambio político.
Debemos trabajar en forma conjunta con la comunidad internacional para lograr elecciones competitivas y con la debida observación internacional; exigir y luchar por la restitución de la plena vigencia de la Constitución Nacional. La experiencia sobre tradiciones políticas a la democracia nos enseña que es clave lograr revertir las libertades confiscadas por el régimen autoritario; debe buscarse por supuesto un nuevo órgano electoral y un nuevo sistema de justicia, que respete el principio de la separación de poderes y es necesario trabajar y visibilizar un nuevo proyecto de país, incluyente, moderno y aceptado en sus líneas gruesas por todas las fuerzas políticas.
O aprendemos a convivir o nos destruiremos como nación y como sociedad. Este dilema está confirmando que la contradicción principal que, después de incubarse por varios años, está a punto de reventar por las costuras. El estallido de la crisis sólo puede evitarse si los actores antagónicos sienten que de verdad la violencia puede partirles el pescuezo. Si no, tratarán de ganar tiempo.
Los venezolanos aún estamos a tiempo de construir una solución política a la tragedia en la cual vivimos. La violencia debe ser evitada a toda costa. La experiencia de muchas sociedades nos demuestra que tarde o temprano es mucho mejor negociar la paz que seguir contando muertos. La responsabilidad que tenemos las personas que asumimos la función política nos obliga a estar por encima de nuestros prejuicios y animadversiones. Con el apoyo de la comunidad internacional, de las iglesias, del ciudadano hastiado de la crisis y la confrontación estéril, podemos construir una solución política, sin venganzas ni impunidad. El acento debe colocarse en construir un país para el retorno de nuestros hermanos y el desarrollo integral de nuestros hijos y dejar que la justicia independiente, con su larga mano, se ocupe de los desmanes.
@CarlosValero08