Venezuela sufre la más desgarradora catástrofe humanitaria de todos los tiempos por culpa de la corporación de criminales que se apoderó del poder y de los cooperadores disfrazados de oposición que obstaculizan su salida.
La gravedad de lo que vivimos es terrible, lo que está ocurriendo en todo el país es la destrucción sistemática de nuestro gentilicio; la tragedia ya no se puede medir en índices financieros o en gráficas de economistas, esta realidad se mide en el exterminio de un pueblo y/o su desplazamiento obligado hacia otros paises, ejecutados de manera premeditada por quienes usurpan el poder y sus complices.
Fascinerosos de toda laya que cometen este genocidio y cooperadores que permiten que avance la destruccion de la patria en manos de ese conglomerado de mafias.
Por ello, la situación no es para seguir con juegos políticos, para dudas partidistas o para acomodos personales y/o grupales; la fatalidad nos obliga a ser más firmes en las acciones que llevamos adelante para lograr el prometido cese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres, tal y como se propuso en enero de este año cuando se asumió el reto de enfrentarse a la usurpación. No hay que cambiar de caballo a la mitad del río ni el jinete debe olvidar su historia ni su destino.
Los factores políticos, deben entender de una vez que no podemos seguir perdiendo el tiempo, tenemos que ser más decididos, más categóricos, más firmes en las acciones que llevamos adelante. Hay que parar esta desgracia.
Las pocas instituciones legítimas que quedan en pie, deben hacerse respetar y pedir auxilio internacional lo más rápido posible para frenar el sufrimiento de millones de compatriotas. Se ha repetido hasta la saciedad que solos no podemos. Entiéndanlo, los partidos políticos tienen que tener una posición más clara.
No podemos estar jugando a negociaciones infructuosas y eternas, a cuotas de poder, cuando el Estado está corroído por la usurpación y cuando las instituciones fueron totalmente socavadas por un régimen que engulló, con sus fauces totalitarias, la institucionalidad de la República.
Comprender que estamos frente a una catástrofe humanitaria resulta un compromiso ineludible, igual que asimilar que no estamos peleando contra otro factor político más sino contra organizaciones criminales trasnacionales.
Esta es una lucha de millones de ciudadanos democráticos en contra de una camarilla de bribones que se conformaron en una mafia integrada por personeros con vínculos con la guerrilla, el narcotráfico y el terrorismo internacional.
Pareciera que aún hay sectores que no terminan de aterrizar, que no comprenden la magnitud de lo que vivimos en este momento en Venezuela; se percibe en el ambiente que hay dirigentes políticos que siguen pensando en pajaritos preñados, en elecciones parlamentarias ilegales y en diálogos ficticios.
Todos tenemos que entenderlo de una vez que necesitamos sumarnos masivamente a la propuesta de la Ruta del Coraje, tenemos que escuchar y entender el mensaje que diáfanamente nos transmiten desde adentro y desde afuera del país; no podemos tener miedo a pedir auxilio a aquellas potencias democráticas que están dispuestos a ayudarnos.
Los venezolanos no podemos soportar más esta hecatombe que significa el socialismo extendiendo sus sucias maniobras destructoras, como una mancha de tinta china, por mucho más tiempo. Es hora de ser valientes, es hora de mirar la realidad y afrontar los retos que nos demandan las circunstancias actuales.
Debemos entender que no podemos ser solo espectadores en este drama, que todos tenemos un papel que cumplir para que Venezuela sea una tierra de libertad otra vez y para siempre.