La Argentina de Lionel Andrés Messi saltó al terreno de juego con la esperanza de sostener su buena racha en todas las competiciones y golear a Arabia Saudita en su primer actuación en la gran fiesta mundialista. Pero el marcador quedó (1-2) tras el penal del capitán argentino y la posterior sorpresa de los delanteros sauditas Saleh Al-Shehri y Salem Al-Dawsari.
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Al primer minuto de juego, la Albiceleste pisó el área rival con peligro tras un centro de Ángel Di María a Lautaro Martínez. Un balón rebotado le quedó a Messi, cuyo remate fue despejado por muy poco por el guardameta Mohammed Al-Owais.
En medio del aluvión argentino, el árbitro esloveno Slavko Vincic pitó un penal tras revisar una jugada advertida por el VAR. El número 10 no falló y marcó su primer gol desde los 11 pasos, tanto que le dio la tranquilidad transitoria de irse arriba a su selección, a tan solo 8 minutos.
Pese a perder por la mínima, los dirigidos por el técnico francés Hervé Renard adelantaron líneas para mantenerlas compactas y presionar alto sobre sus rivales.
En varias ocasiones los delanteros de Lionel Scaloni quedaron en fuera de juego, incluso Messi, quien volvió a batir las redes justo antes de que el asistente de línea levantara el banderín.
Poco después pasó lo mismo con Lautaro, quien al minuto 27 había picado la pelota sobre el arquero rival tras una gran asistencia filtrada. Sin embargo, esta vez fue el sistema de fuera de juego semiautomático el que ahogó el hambre goleadora de la oncena albiceleste. En total, fueron tres las anotaciones anuladas en la primera parte.
En medio de los lances infructuosos de Argentina, tuvo que salir del campo el capitán saudí Salman Al-Faraj, aquejado de dolencias musculares. A los pocos minutos, culminó la primera mitad.
¡Debacle albiceleste!
El segundo tiempo de juego arrancó con una doble sorpresa ante la irreconocible oncena de Scaloni. Primero, el Saleh Al-Shehri puso el empate y justo después Salem Al-Dawsari, con un verdadero golazo de fuera del área, batió por segunda ocasión las redes contrarias, para que Arabia Saudita le diera la vuelta al marcador. El roce del portero Emiliano “Dibu” Martínez no pudo cambiar la trayectoria de ninguno de los remates.
En los siguientes compases de juego el equipo asiático aprovechó el desconcierto y los cambios desesperados de Scaloni para sostener el orden colectivo y negarle el gol a sus contrarios. Muestra de ello fue la mano milagrosa que sacó el guardameta Al-Owais ante un disparo a bocajarro de Messi.
Argentina poco a poco metió en su propia valla a Arabia Saudita que, sin ningún tipo de miedo escénico, taponeó cada incursión enemiga. En dos ocasiones Al-Owais se pintó de héroe, sin opacar el compromiso táctico de sus compañeros. La incomodidad de los latinoamericanos se comprobó nuevamente cuando un tiro libre soñado para el perfil zurdo de Messi acabó en las gradas del estadio Lusail.
A cada segundo, los dirigidos por Renard ganaron confianza y apostaron a anticipar los desordenados intentos de Messi, Di María y el resto de atacantes argentinos. La sorpresa se consumó palmo a palmo, con unos jugadores sauditas que demostraron pundonor y un desgaste físico total, que le pasó por encima a la oncena rival.
El pitido final significó el naufragio en el desierto de Messi y sus compañeros, quienes tendrán que hacer muchísimo más ante contendientes menos accesibles, como México y Polonia. Por su parte, Arabia Saudita logró, hasta ahora, la victoria más importante de su historia mundialista.