Más lejos, menos expuesta, pero igualmente peligrosa, la ruta de Canarias, puerta de entrada a Europa en pleno océano Atlántico, experimenta un resurgimiento de la migración desde las costas africanas, donde es presentada como una “alternativa” al Mediterráneo.
Desde hace varios días, la ruta marítima que separa el archipiélago español del oeste africano y del Magreb vuelve a dar de qué hablar.
Al menos tres embarcaciones, que partieron de Senegal con más de 300 migrantes a bordo, son declaradas desaparecidas, según la ONG Caminando Fronteras.
Una de ellas habría partido, según la ONG, de la pequeña ciudad costera senegalesa de Kafuntine, a 1.700 kilómetros de las Islas Canarias.
Otros barcos improvisados salen de las costas de Marruecos y del territorio disputado del Sáhara Occidental. Desde allí, son 450 km de una navegación peligrosa.
“Los migrantes van cada vez más lejos y asumen riesgos cada vez mayores. La ruta de las Canarias está considerada como una de las más mortíferas”, explica a la AFP Sara Prestianni, especialista en el tema de la ONG EuroMed Droits.
“Esta opción se utiliza como alternativa frente al refuerzo de los controles en las fronteras” a las puertas de Europa, detalla.
Desde mediados de 2022, un acuerdo entre Rabat y Madrid condujo a una mayor vigilancia del estrecho de Gibraltar y de los dos enclaves españoles de Ceuta y Melilla, en la costa norte de África.
El 24 de junio de 2022, una tentativa de paso del muro que rodea Melilla por exiliados subsaharianos fue reprimida con sangre.
En los últimos meses, las llegadas clandestinas a las Islas Canarias habían disminuido. El primer ministro socialista español, Pedro Sánchez, se felicitó incluso a mediados de abril por el hecho de que la “ruta atlántica”, hacia el archipiélago, era “la única ruta en Europa” donde el número de entradas irregulares disminuía, mientras aumentaban en el Mediterráneo central, hacia Italia.
Todo gracias al “aliado esencial” marroquí.
Ruta larga y peligrosa
En un documento publicado en julio por el ministerio del Interior español, el gobierno constata una disminución del 18% de las entradas clandestinas en el primer semestre de 2023.
Entre el 1 de enero y el 30 de junio, 7.213 personas llegaron clandestinamente a bordo de 150 embarcaciones en Canarias, frente a 8.853 en el mismo período del año pasado.
Una cifra que oculta una tendencia. En los últimos días, las salidas se multiplican. Esto se explica, en parte, por las tensiones migratorias del otro lado del Magreb, en Túnez, según Prestianni.
Desde los enfrentamientos que costaron la vida a un tunecino el 3 de julio, centenares de migrantes de África subsahariana son expulsados de Sfax (un punto neurálgico de la emigración clandestina a partir del país) y conducidos por las autoridades hacia zonas desérticas e inhóspitas, especialmente cerca de Libia.
“Es posible que los migrantes decidan no arriesgarse a ataques racistas ni a expulsiones hacia Libia”, destaca la experta.
Desde hace años, las ONG y la ONU denuncian los múltiples crímenes (violencias, torturas, esclavitud y abusos sexuales) de los que son víctimas los migrantes en Libia.
En la ruta migratoria de Canarias, identificada desde 2006 -época en la cual las embarcaciones partían de Mauritania y Senegal-, “cada pico de salidas coincide con un pico de muertos”, advierte Prestianni.
“Es un trayecto muy peligroso y muy largo. Un océano con corrientes fuertes y a menudo se ha visto llegar cayucos (barcos de pesca tradicionales senegaleses) con muertos a bordo”, recuerda la responsable de EuroMed Droits.
El miércoles, al menos seis personas murieron en el naufragio de una canoa en ruta desde Senegal hacia Canarias.
En un informe publicado a finales de 2022, la ONG Caminando Fronteras estimó en más de 11.200 el número de migrantes muertos o desaparecidos desde 2018 tratando de llegar a España. AFP